Un ganador, es aquel que no supera a los demás, sino que se supera así mismo; no está en ver a los demás, sino verse así mismo. Muchos de nosotros dejamos las cosas empezadas, pero no porque queramos sino por el miedo al fracaso; o muchas veces porque los obstáculos son más grandes que los sueños.
Si somos de esas personas que nos dejamos vencer fácil, sólo hay que recordar que el que se equivoca no pierde, sólo gana experiencias; las experiencias valen más que la plata, ya que son el camino a la realidad del mundo. Para nadie es fácil levantarse después de una caída, tal vez porque ve a la multitud riéndose; pero yo prefiero levantarme y seguir luchando que quedarme en el suelo para que se sigan burlando.
A veces, los obstáculos nos hacen ver la vida difícil, pero ellos mismos nos enseñan a luchar por ella; todos tropezamos, ésto no significa que es un mal camino, por el contrario es el camino a seguir; lo difícil es lo más acercado al éxito y lo fácil al fracaso. Un ganador no es aquel que no se tropieza, sino aquel que sigue con la cabeza en alto a pesar de caer mil veces; nunca te rindas todos somos ganadores, porque el hecho de seguir soportando las dificultades nos hacen triunfadores. Pero no te bases sólo en esto, porque todos debemos enfrentar el mundo, no darle la espalda.
Recuerda que la única persona que está contigo en las malas es Dios y tú mismo, porque los amigos y la familia están sólo en las buenas. Si algún día crees que ya no puedes más, déjalo todo en las manos de Dios, él siempre tendrá las mejores respuestas en los peores momentos. Sé fuerte, la fortaleza da la grandeza, nunca dejes de ser humilde porque aquel que es soberbio y prepotente lo único que alcanzará son amigos con máscaras.
Nunca dejes de pensar que a pesar de todo sigues siendo un triunfador, de esos que triunfan sin necesidad de competir con otros; sino que cada día se superan a sí mismos. Dios siempre está contigo, dentro de tu corazón; no lo busques fuera de ti.
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