La amistad, más que un valor, puede ser un sentimiento brindado por Dios y al que debemos corresponder. Quien cuenta con la dicha de tener un amigo, es porque ha encontrado un tesoro. La amistad puede compararse con una mano que se extiende en los momentos más necesitados; es luz, esperanza, alegría; es un ángel que nos ayuda a ponernos en pie cuando hemos caído o fracasado.
La amistas, es uno de los mejores regalos que Dios y la vida nos pone en el camino; es una poderosa arma que nos ayuda a combatir la tristeza; llenar los vacíos y sanar las heridas que sentimos en el alma y el corazón.
En muchas ocasiones, nos preocupamos más por encontrar buenos amigos, y olvidamos ser mejores personas; lo importante en este punto, es ser fieles y contribuir en el fortalecimiento de ese lazo que nos une para crecer y trascender sin egoísmos.
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